Interludio Acusatorio (I)

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estimados lectores o lectoras: 

Despreciables AeMeTes de la Plaga Emocional: 

Bien, enseguida se proseguirá con las prometidas publicaciones. Pero antes, permítanme que les explique algo sobre ese desgraciado cripto-filo-fascista embaucador, corrupto e hipócrita nazi asesino emocional llamado Antonio María Turiel Martínez. 

Si se fijan, en su día a día, sus escritos, relaciones personales, laborales, sociales o lo que sea, en todo ello, y aunque muy disimulado (más que nada porque es algo en lo que no solemos reparar), en el discurso de esa persona flota permanentemente un no sé qué indicativo de que esa negrísima alma ¿humana? nunca tiene la culpa de nada, persistiendo en su afán de achacarle todos sus males a los y las demás, sin querer entender lo que de fuera, por sus propios méritos, le llega.

Y, el muy imbécil, precisamente una de las cosas que me reprochaba a mí era eso mismo, que siempre le echo la culpa a los o las demás de lo que me sucede. Bien, pues precisamente esta acusación contra mí es la que demuestra que él es quien no es capaz de hilar con un mínimo de objetividad cuando de analizar la propia conducta se trata, porque yo, lejos de echarle la culpa a los y las demás de mis sinsabores, se la echo, básica y principalmente, a él y a su amplio equipo de "fútbol" al que haré referencia más adelante. Por lo tanto, y en breve: no le echo la culpa a la gente en general, sino a él en particular, y porque la tiene, como ambos sabemos que es verdad. 

Sé perfectamente de qué me hablo, lo que ha tramado, y lo que aún quiere seguir llevando adelante, ya que, en buena parte, no es sino un calco, exagerado, desmadrado y malvado, de muchos de mis errores en mis auto análisis sobre mis situaciones personales. Y es que no es sólo ese veinticinco por ciento de ADN en común, sino que hay algo que le liga mucho, muchísimo más a mí en su forma de proceder, que lo que lo pueda condicionar cualquier otra cosa: soy la única persona de su infancia de la que recibió, a espuertas y durante meses, el afecto emocional que se merecía, y nadie más le daba. Luego se volvió un cabrón, pero la impronta ParaUniversal ya la tenía formada, pues, sin saberlo ninguno de los dos, se la formé yo, y, por lo tanto, le conozco a unos niveles que ni él mismo es capaz de entender, y mucho más incapaz aún, por supuesto, de aceptar. 

Hay una pauta de carácter o conducta común, sí. Y ya afirmo yo que, cualquier persona ajena a la familia, podrá afirmar, sabiendo que su criterio será el abrumadoramente mayoritario, el que "conocido un Turiel, conocidos todos", de ahí que yo tenga in mente cambiarme el orden de mis apellidos. Bueno, pues, a esas similitudes de familia bastante clamorosas (verbi gratia, el idéntico tono común de plañidera que inunda nuestros escritos :-D), añádanle a ello lo que yo les he dicho, y lo que está demostrado, cosas como que la primera persona que introdujo conceptos científicos en su cabeza fui yo, cuando él tenía seis años; que, de la amplia rama familiar de ascendencia o pertenencia a Zamora ciudad, la única otra persona que intentó, aunque sin éxito, estudiar Físicas, tras un cambio de criterio en Selectivo, fue su tío, o sea, yo; que, le guste o no, mi nivel medio de conocimiento sobre hechos de la Ciencia supera, con creces, el promedio de cualquier otro Turiel que le sea mínimamente próximo; o que, de esa misma amplísima rama familiar antes citada, sólo yo, previamente, me había establecido en estas tierras catalanas. 

No, AMT: lo siento, pero, cualquier persona que aúne el conocimiento de la Psiquiatría con el del Amor le indicará que está hecho, bastante, a imagen y semejanza de lo que yo quise ser y no pude, lo que quiere decir que, si por entonces, yo me hubiera sentido artista, él habría salido artista, o que en realidad hago mal reprochándole lo de sus viajes en el AVE, matando niños para ello, puesto que fui yo quien imaginé una vida en la que recorrería tantos kilómetros que equivaldría a viajar de la Tierra a la Luna unas cuantas veces. 

Unas cuantas sesiones de regresión hipnóptica no le vendrían nada mal, pero, como es un desgraciado y un hijoputa, pues mejor que siga sin ellas, así se irá hundiendo más y más, por imbécil y malvado. Que se hoda, sí. 

¿La diferencia más esencial? Bien, hay una real, obvia e importante, en principio, y es la que hace referencia a lo que se solía denominar, más o menos, como "temperamento"; ahí, él tiene el suyo, yo el mío, y cada hijo o hija de vecina, el propio, más allá de los ligámenes de otro tipo que pueda mantener con el resto de sus semejantes. 

Diferencia normal, al fin y al cabo, y que si he citado aquí, pese a su obviedad, ha sido, más que nada, para evitar que ningún desgraciado inoportuno la saque a la palestra con afán no de construir, sino de tan sólo herir. No obstante, hay aún otra diferencia esencial, de mayor importancia que ninguna otra, y que nos separa abismalmente, y cuya exposición merece su propio punto y aparte.  

Así, mientras yo siempre he sido, y tras un mini paréntesis, sigo siendo bueno, él es un cobarde asesino, físico y emocional, que se vale de una trama formada por más personas que un equipo de fútbol con tal de conseguir arrastrarme a la desgracia total, hecho que, eso sí, sabe que ha conseguido plenamente, ese mérito no se lo vamos a quitar. 

Pero, claro: como se volvió malvado, cosa no prevista en el Plan ParaUniversal, ni brillante futuro allende los mares, ni galardonado con el Nóbel más o menos a su edad actual, ni en realidad futuro, como quien dice, como no sea de político. Pero eso queda ya para el próximo post :-) 

saludos cordiales. 

ET & forrest eladio gump. 

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